Sindicato de Trabajadores de Salud y Frente Nacional de Lucha, unidos contra el Trabajo Infantil en Guatemala.

jueves, 5 de mayo de 2011

Desnutrición infantil se extiende por falta de alimentos

 Desnutrición infantil se extiende por falta de alimentos

● Antes del 2009 la falta de alimentos comenzaba a ocasionar problemas alimentarios desde cada junio.

A partir de ese año —sobre todo en el 2011— la desnutrición aguda comenzó a afectar la vida de miles de niños en el área rural, incluso con la muerte. Sin embargo, la etapa crítica por escasez de alimentos aún está por llegar.

“Con las tortillitas se conforma uno, porque ya alimento grande no se consigue en estos lugares. Les damos a los niños lo que se puede”, expresa Marta Cahuec, de Las Sidras, San Agustín Acasaguastlán, El Progreso.

Marta es madre de 11 niños, a quienes sostiene con lo poco que gana su esposo. Entre sus hijos se encuentra Ángel, de seis meses y quien sobrevive a dos más que murieron por desnutrición.

Esa no es la única familia afectada por ese flagelo en Las Sidras. Líderes comunitarios se han organizado para evitar que la falta de alimentos los afecte más, puesto que ya hay varias familias con hijos desnutridos registrados.

Uno de los casos más críticos es quizá el de Zulma Ramos, de 2 años. En las últimas tres semanas, además de estar desnutrida, padece una grave infección en el oído, y en lugar de subir de peso, baja.

Los pocos alimentos que hay para su familia apenas alcanzan, ya que la madre, Carmela López, también debe dar de comer a otros cuatro menores.

Niños fallecidos

Según Cecilia Aguirre, auxiliar de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), en Jalapa ya se reportan dos muertes de niños, por desnutrición.

La PDH registra 188 casos de menores que aún viven con ese problema en ese departamento, aunque el hospital local solo ha atendido a 84.

Entre esos niños se encuentra s Wilson Castro, hermano gemelo de Wílmer, de un mes de vida. Ambos viven en San Pedro Pinula, Jalapa.

Wilson pesó seis onzas cuando nació, y su hermano, cinco. Debido a que Wílmer necesita más leche materna, Wilson ya no recibe la suficiente, ya que la madre también está desnutrida, por lo que ha caído en un cuadro crítico en apenas un mes.

Ahora necesita leche de fórmula, pero la pobreza de la familia Castro no permite alimentarlo como corresponde, ya que este año no pudieron obtener ni un quintal de maíz de sus siembras, y la familia con seis hijos solo vive del trabajo del padre.

Este grupo familiar ha sufrido las consecuencias de la desnutrición, que ya le ha quitado la vida a tres de sus hijos, y otros seis van a la escuela muchas veces sin desayunar, y a la cama, sin haber cenado.

“Solo le pido a Dios que me dé fuerzas para verlos grandes”, dice con tristeza Olimpia Pérez, madre de los gemelos, mientras al mediodía en su cocina ya no arde el fuego.

A pocos metros de la casa de Pérz, construida con varas de bambú, se encuentra la de Marta Arias, quien también ya perdió a un niño a causa de la desnutrición.

Su hija Marlyn, de 1 año, casi sale de un cuadro agónico, pero la pérdida de las siembras del año pasado no asegura que pueda darle de comer lo suficiente para que se recupere.

También en occidente

No solo el oriente es afectado por la escasez de alimentos y tiene niños desnutridos; el occidente también tiene lo propio.

En la Municipalidad de San Andrés Itzapa, Chimaltenango, durante una visita efectuada por Prensa Libre, unas cien mujeres esperaron toda la mañana con la esperanza de que les ayudaran con maíz y frijol.

Las autoridades les dijeron que podrían apoyarlas con solo cinco libras de maíz, lo que para ellas era más que suficiente.

A pocos kilómetros de la comuna, en la aldea Hierba Buena, Paola Marroquín, quien no sabe si tiene 9 o 10 años, apenas tiene cabello, pues se le ha caído, como consecuencia de la desnutrición severa.

Virgilia Argueta, tía de la niña, aún atribuye ese problema físico a que esta acaricia a perros y gatos.

Paola tiene dos hermanos. Los tres comen lo que encuentran o lo que les da su tía, ya que la madre sale a trabajar y el padre siempre está ebrio.

Esta pequeña no es la única desnutrida en la aldea. En la vecindad de su casa, Kelly y Ana Roselia Pérez, de 10 y 11 años, respectivamente, cuidan a su hermano Carlos, de 1 año, que aún no se levanta de la cama ni para sentarse, ya que su peso es muy bajo y está desnutrido.

Esos niños son parte de una familia numerosa, con 13 hijos. La madre, Anabelli Junái, sale a trabajar al campo porque lo que gana el esposo no les alcanza para comer, a lo que se suma que este año la siembra no dio lo suficiente para guardar algo de granos.

Junái tuvo mejor suerte que su hermana Marta, quien tiene ocho hijos y su esposo la abandonó, por lo que a los más pequeños los cuidan los más grandes mientras ella trabaja.

Ambas familias viven en casas construidas con adobe y varas de bambú.

Subregistro

Huehuetenango tampoco escapa de la desnutrición. En Aguacatán hay cuatro casos ubicados, y pobladores consideran que podría haber más.

Gerson Hernández, de 4 años, es un ejemplo. Su madre, Juana Bernal, no habla de desnutrición, sino que se queja de que siempre está enfermo con fiebre y diarrea, “y nunca crece”.

Ella muestra su cocina, donde con un poco de fuego en el suelo cocinó yerbas para el desayuno y huevos al mediodía. ¿Cena? No hay.